¿En que anda el turco Antonio Apud?
Antonio Apud desembarcó en el Boca de Carlos Aimar para ser alternatva de Carlos Tapia en su tercer ciclo con la azul y oro. En el mismo libro de pases del invierno de 1990, donde un día desde la nada llegó Gabriel Batistuta y tuvieron que bajar por su problema cardíaco al Búfalo Funes, el turco traía en su currículum vitae dos buenos años como manija de Talleres de Córdoba.
No fue fácil el comienzo de la experiencia. Una pubalgia frenó su debut hasta noviembre cuando el equipo, ya fuera de toda lucha por el título del Apertura, empató 2 a 2 frente a Mandiyú en La Bombonera. Parecía que su paso iba a ser sin pena ni gloria pero, como para muchos de aquel plantel, la llegada del Maestro Tabárez fue un bing bang que el tucumano aprovechó.
Sin ser titular indiscutido participó activamente de aquellos seis meses de ensueño de 1991. Sus características de armador, de toques filtrados, de organizador de juego con pegada de media distancia lo distinguían en el plantel. "Esto fue tocar el cielo con las manos" declaró efusivo tras ser figura la noche del 2 a 0 por Copa Libertadores en el Monumental, donde armó la jugada del segundo gol de Batistuta.
En aquella trágica eliminación en el estadio del Colo-Colo, la agresión que sufrió de parte de integrantes de la Garra Blanca disfrazados de alcanzapelotas desató la batalla campal que desnaturalizó la segunda semifinal. Eso sí, nadie fue a Paraguay a reclamar nada ni a llevar certificados truchos para ganar esa Copa que el equipo del Maestro merecía.
Cerró su campaña boquense con mucha continuidad en el Clausura 1992, luego de otros seis meses sin jugar por la pubalgia, donde marcó su único gol oficial para vencer a Ferro en Caballito tras 18 años y se recuerda un golazo de tiro libre a Comizzo en aquel clásico de verano donde Roberto Cabañas brilló en Mar del Plata. Totalizó 51 partidos y ganó la Copa Master.
En el Apertura 92 defendió los colores de Mandiyú,hasta que su destino futbolístico marcó México. Y como tantos argentinos que emigran para allá, la rompió. Llegó a Santos Laguna cuando el equipo de la comarca estaba casi descendido y sus goles de tiro libre fueron fundamentales para la salvación. En las dos temporadas siguientes pasó a ser el jugador indiscutido de la afición, a tal punto que un sector de plateas del estadio lleva su nombre. Un cortocircuito con la dirigencia provocó su salida y firmó con los Tiburones Rojos de Veracruz pero la misma lesión que lo maltrató desde su llegada a Boca fue la causa principal que su carrera se terminara a los 30 años, después de jugar unos partidos para el León. Su nombre en tierras aztecas impone respeto absoluto. Hasta fue invitado de lujo en clínicas de fútbol desarrolladas en Monterrey y Torreón.
Ya retirado participó del popular Deportivo Barradas, un cuadro de fútbol amateur de Veracruz que contaba en su plantel con varios ex profesionales. Terminada esa aventura volvió a Tucumán, donde dirigió inferiores y algunos clubes menores de la provincia. Actualmente es el director técnico del equipo de la liga local de Atlético Tucumán, donde el Décano compite en la Zona B.