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¿En que anda Jorge Comas?

Escribir objetivamente sobre Jorge Alberto Comas resulta difícil. Explicarle a los hinchas menores de 35 años porque la generación que hoy transita los 40 lo tiene como un ídolo, también. El viernes pasado cumplió 57 años y muchos hinchas inundaron las redes sociales boquenses con sus fotos vestido de azul y oro. ¿Exageradamente?. Tal vez. Pero cada virtud que se exponga para basar el alegato en su favor son puras verdades.
Como futbolista fue uno de los últimos wines puros: Desborde, centro, gran poder de definición, tiros libres y córners con calidad de maestro. Si, años después, el Piojo López llegó a valer más de 20 millones de dólares, Comas debería estar ahora sentado en un sillón tapizado en moneda norteamericana.  ¿Qué hizo en Boca? ¿Ganar títulos? No. ¿Formó parte de algún suceso histórico? para esta época no representarían nada alguno de sus logros pero en aquellos años pobres seguramente que si. Su promedio de goles oficiales fue fantástico: 63 gritos en 126 partidos oficiales jugados entre 1986 y 1989, ¿Verdugo de River? metió aquel gol del triunfo ante el archirrival recién consagrado en la Copa pero hasta tiene en el debe un penal errado sobre la hora en el Monumental que significó una derrota muy dolorosa. En el verano le fue bastante mejor, con un golazo olímpico incluido en 1988.
Entonces vos me dirás, joven que tuvo la suerte de empezar su vida de hincha mirando a los Márcico, Martínez, Cabañas ni hablar vos que seguiste al equipo a partir de Román y Martín: ¿Quien es Comitas para ser tan homenajeado? Fue un jugador que logró mucha identificación con la gente por su juego, sus goles y hasta su look, en especial un peinado que llegó a bautizarse "corte a lo Comas". Bastaba por pasar al lado de un potrero o un partido entre chicos y escuchar "la lleva Comas le pega de zurda gooool". En el Boca austero de los ´80, fue una estrella rutilante en cada equipo que integró.
Su relación con los dirigentes empezó a deteriorarse a principios de 1989 cuando no lograba ponerse de acuerdo en las cifras de su contrato, hasta que el Cai Aimar al llegar al club lo obligó a cumplir la función de correr al lateral derecho rival cuando Boca no tenía la pelota. Todo formó una bomba que explotó entre las finales de la Liguilla 1989 frente a River y de un día para el otro, el paranaense se fue de Boca para jugar en el Veracruz de México.
En el humilde cuadro mexicano también dejó su huella. Considerado uno de los mejores jugadores de la historia marcó 89 goles en cuatro años. Mantuvo su carácter díscolo y un fanatismo parecido a meter goles con las salidas nocturnas que le trajeron muchos más dolores de cabeza que las resacas sufridas luego de las giras por la divertida ciudad enclavada a orillas del Mar Caribe. Siguió vinculado al club "jarocho" como ayudante de campo, captador de juveniles e integrante del equipo senior que realizó exhibiciones. Durante una época sufrió crisis depresivas, mucho apego al alcohol y escándalos varios que incluyeron visitas a algunos calabozos. Hasta se llegó a decir que hacia vida de vagabundo. Comitas supo gambetear esos problemas y ahora disfruta del reconocimiento popular de la fanaticada de los Tiburones Rojos. Acá, la zurdita endiablada de Comitas tiene un lugar asegurado en los corazones azul y oro.





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